Adolfo Suárez: caminos de integridad

        AMALGAMA express no sería lo mismo si dejase de compartir momentos y personas que de alguna forma dejaron huella en su autor, pues el objeto de este blog es precisamente ese: compartir.

     Con el caso del presidente Suárez, no se da tanto una identificación con sucesos vividos, sino más bien recordados, pues la singular época de la transición transcurrió paralela a mi infancia.
     Pero existe memoria histórica, y ésta se va reforzando conforme la madurez te va imponiendo hechos y sucesos que, aunque no vividos en plenitud, se revelan como ciertamente trascendentes. Y éste fue el caso de don Adolfo. No necesito exponer lo que este hombre realizó en tan sólo unos meses y con el riesgo que conllevaba fraguar la débil cohesión social de este país tras el franquismo; de todos es sabido y los historiadores se encargan ya de recordarlo. Sin embargo, su recuerdo, tristemente avivado estos días por su pérdida, se presenta de forma casi acusadora al estar este país atravesavesando en este momento, no ya una crisis económica, sino también política y moral.
     Por lo tanto, los múltiples homenajes en su honor, además de ser justos, emergen con la fuerza de la necesidad, esa que todos tenemos de que nos recuerden los procederes y actitudes correctas, las acciones de integridad moral que unidas a una talla humana como la suya forjan el semblante de los auténticos líderes. Ya no hablo de convicciones políticas, donde todos nos vamos posicionando según las experiencias y conocimientos. Hablo de principios, hablo de situarse ante una realidad y no ante un escenario manipulado, hablo de voluntad forjada por el deber y no maleada por las debilidades, hablo de sembrar coherentemente sin anticiparse a recoger frutos de cuestionable legitimidad...
                

      Esta entrada pues supone un contrapunto a aquella que escribí hace casi un año y en la que me quejaba precisamente de la nula talla política de nuestros dirigentes, y que titulé "povera patria". Desencantados estamos todos de los desastres de unos y otros, y a lo mejor las sinceras muestras de condolencia generalizadas que se están manifestando estos días suponen un pequeño guiño a la esperanza en este país. A ver si somos capaces de ver más allá, de entresacar lo bueno de las distintas ideologías y de comprender la causa de muchas de las reivindicaciones de nuestro tejido social.

     Valga entonces mi homenaje a este hombre que supo alumbrar caminos de integridad, aun cuando sean muy pocos los que atisban sus senderos. 

     Descanse en paz Presidente.

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