Feliz cumpleaños, Prince...
Prince ha muerto. Y ha muerto solo, dentro de un ascensor, después de una estúpida sobredosis de un potente fármaco. Sorpresa inicial, rumores y especulaciones varias han ido desfilando por telediarios, periódicos y webs, pero lo cierto es hoy, con algunas conclusiones más o menos acertadas sobre el fatal accidente, Prince no está entre nosotros.
Mi amigo Prince, nacido en el 58, hubiese cumplido hoy precisamente 58 años.
Desde hace mucho, siempre he celebrado esta fecha de alguna manera. Tampoco una fiesta por todo lo alto, ningún acontecimiento extraordinario, simplemente un recuerdo de que en cada 7 de junio mi artista favorito volvía a cumplir años.
Prince y yo no nos llevamos muchos años, pero sí los suficientes como para haber imaginado siempre su muerte anterior a la mía. De alguna manera nos suele pasar con todos los que nos superan la edad con cierta holgura, máxime cuando solemos ser tan ingenios de esperar, siempre, que nuestra propia muerte sobrevendrá en una edad avanzada. Y visto lo visto, como es de todos sabido, la muerte a veces sorprende...
Prince fue mi gran puerta de entrada en el mundo de la música. Por supuesto de su música y otras afines, pero evidentemente también me preparó para abrir el oído a distintas fuentes y estilos que más adelante me cautivarían desde muchos otros puertos de salida. Desde luego, no es mala influencia para acabar desembocando en sutilezas sublimes despachadas por grandes genios de muy diversa onda; algunos con conexión más evidente y otros hacia los que, gracias a esa capacidad de escucha desarrollada, se manifiesta ese estado latente que busca la belleza y que se prepara ante la llegada de nuevos sonidos, siempre con paciencia y expectación. Y aunque es obvio que a muchos de estos otros genios no he llegado directamente a través de Prince sino gracias a influencias especialmente importantes, como la presencia de mi amigo Carlos en estos quehaceres musicales, sin duda, el haber tenido a Prince como referencia es un buen punto de partida.
Y es que, como fenómeno social que llegó a ser en aquellos finales de los 80, Prince también sirvió para fomentar nuevas amistades o estrechar las existentes (Joaquín, Dani, Cristian, Jesús... y cómo no, Asun).
Así, su recuerdo va inevitablemente unido a aquellas fiestas de Prince en las que un servidor se deleitaba sirviendo como dj en distintos pubs de la ciudad, tardes y noches jóvenes en el momento de máximo brillo de la estrella de Minneapolis.
Así que, desde luego que me alegraba llegar al 7 de junio, donde los gemini tenían un gran representante de lo que significa la mezcolanza, el eclecticismo de sonidos y estilos, aunando lo mejor y, al mismo tiempo, que no es fácil, dotando al resultado de un sello único e irrepetible; por que así ha sido Prince: único e irrepetible.
Compositor desbordado, sacando lo mejor de la chistera del sonido Minneapolis, este virtuoso multiinstrumentista ha dejado profunda huella a lo largo de tan extensa producción artística. Gigante guitarrista, bailarín brillante, excelente vocalista...
Muchos adjetivos, los que querramos buscar en hemerotecas y críticas, pero tal vez lo mejor sea pasar a la acción para que sea nuestro espíritu quién dicte la última palabra, de modo que conecto mi iPod, selecciono su nombre, y le doy a la reproducción aleatoria. Son tantas las canciones que podrían salir... pero fue una, y, ya se sabe, estas semanas nuestro querido Prince no para de dar titulares, como en los periódicos matutinos, como en "The morning papers".
Precioso vídeo, con un directo tremendo, y dos solos de guitarra de los acostumbrados. Feliz cumpleaños Prince. Y... ¡Gracias!
Fuerza Manolo!
ResponderEliminarBuen video, buenos solos. Sé quién debería pasar por acá... cuando vuelva a la ruta de los blogs
Abrazo!
Jajaja!! Cierto Frodo!! Nuestro amigo JLO está muyyyy perdido.... Abrazo grande!!!
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