Conocí en persona a... Luis Alberto Spinetta.

     No estaba previsto. Como esas cosas que ocurren inesperadamente y sellan con un calor especial la esencia de un día perfecto. Como esos regalos sorpresa que imaginamos tan diferentes y que nos hacen enloquecer, sobre todo, porque nunca podríamos haberlos esperado (regalos del Cielo). Y hoy, cinco años después de haber perdido a uno de mis mayores referentes vitales, era el momento de recordar aquel lejano verano de 2002.

     Recuerdo de aquella plácida mañana de junio, sobretodo, las sonrisas de aquel grupo de amigos que partía desde Granada con una ilusión casi infantil. Después de varios años disfrutando de la música de Spinetta, por fin íbamos a deleitarnos de su presencia en directo en su primera gira por nuestro país. Nuestro destino nos esperaba tras cinco horas de camino, y para crear ambiente, nos enfundamos unas camisetas que cada uno había "diseñado" a su gusto con motivos "spinettianos". La música bien escogida para el viaje, los chistes, y las ganas de pasarlo bien, hicieron el resto, y al fin, poco después del mediodía, nos recibía la siempre acogedora ciudad de Madrid.

    Llegamos con tiempo de sobra y aún faltaban tres o cuatro horas para que empezase el concierto, pero decidimos acercarnos al emplazamiento donde tendría lugar el evento y echar un vistazo. Nada fuera de lo común al llegar, tan sólo unas puertas cerradas y ausencia total de peatones por la calle, de modo que no tenía mucho sentido permanecer por allí hasta que avanzase más la tarde. 

     Decididos pues a buscar algún café donde parar un rato, de repente llegó a las inmediaciones una furgoneta Mercedes de color verde, bastante nueva, y al abrir las puertas comenzaron a bajar unos tipos con aspecto de músicos; apenas dio tiempo a atisbar la posibilidad de que fuesen "nuestros músicos" cuando, entre ellos, apareció la figura de... El Flaco. La sorpresa tornó en euforia, y antes de que nos diésemos cuenta, estábamos todos como locos abrazando a Luis Alberto y explicándole lo que ese momento significaba para nosotros.

     En estas situaciones (ya he vivido unas cuantas así con varios artistas), siempre pienso que la norma número uno debe ser no agobiar a la estrella, es decir, no comportarse como un fan impulsivo, sobre todo si quieres evitar que el artista en cuestión salga espantado. Era nuestro momento, único, estábamos cuatro tipos a solas con Spinetta (el resto de músicos habían entrado), y éste se mostraba sorprendido de que unos locos treintañeros hubiésemos viajado desde Granada para verle.

     Las puertas del local ya estaban abiertas, y el haber llegado tan temprano nos daba un plus de comodidad que se reflejó en el estado de Luis (así le llamaban los demás músicos que iban y venían deambulando por allí). Era lógico que todos quisiéramos hacerle preguntas diversas, pero,  como siempre pasa, lo inesperado del momento hace que siempre queden las mejores en el tintero. Él se mostró relajado y muy agradable, entusiasmado con nuestro propio entusiasmo, y deseoso también se saber sobre nosotros, sobre lo que parecía un "prometedor germen" de seguidores españoles.

     Llegado mi momento, reprimí el deseo de preguntarle por mis otros queridos músicos (Prince, Bowie, Caetano...), pues parecía una falta de respeto, de modo que le pregunté por Dante, su hijo, al cual tuvimos también la oportunidad de ver en directo y conocer personalmente en Granada (aún con la formación Illya Kuryaki). Le agradó la pregunta y refirió que se encontraba muy bien, en un buen momento musical pese a que la banda se disolvió meses atrás; dijo algo así como: "...recién publicaron un disco ambos, Dante y Enmanuel, por separado, ambos muy buenos trabajos, realmente buenos..."

Original dedicatoria, con buen sentido del humor.

     Sabíamos que el tiempo jugaba en contra nuestra y todos querían preguntarle cosas, al mismo tiempo que pedimos autógrafos y dedicatorias para propios y ajenos. Nuestro Spinetta, amabilísimo con nuestras peticiones, accedió gustoso, y con una preciosa caligrafía, nos deleitó con su firma y original dedicatoria. Todos con nuestro tesoro, estábamos ahora ansiosos por plasmar el momento en imágenes, y con total comodidad pudimos hacernos la foto de "los amigo".

De izquierda a derecha: Miguel Ángel, Benjamín, El Flaco, Carlos Hódar, y un servidor, con mi camiseta de Estrelicia, un día inolvidable.

     Siempre recuerdo este día con especial cariño, queriendo volver para preguntar una y otra vez, deseando que el plácido encuentro hubiese sido aún más largo, pero la tarde pasaba y llegaba la hora de preparar equipo y ensayar unas notas... se acercaba otro momento cumbre: íbamos a estar frente al Flaco, podíamos escoger los mejores sitios pues estábamos solos en el recinto, y por fin íbamos a deleitarnos con su directo... pero eso lo contaré más adelante...

      Saludos gente. Saludos Flaco, gracias por aquellos preciosos minutos, guárdanos buen sitio allá arriba.