Santiago González: política y políticos.
El mismo día en que enseñaba a Marta a montar en bici, tuve que despedir a un ilustre vecino. Santiago, concejal de urbanismo del Ayuntamiento de Peligros, nos dejó el día anterior generando gran conmoción en el pueblo, dada su juventud y lo inesperado del acontecimiento. En cuanto me enteré de la noticia, caí en la cuenta de que teníamos varias cosas en común: una edad muy parecida (además él cumple años un día antes que yo), aficionado al deporte, casado y padre de familia…; en cuanto al terreno laboral, mi desempeño profesional durante trece años al servicio de una amplia comunidad de propietarios suponía también una similitud con él, salvando eso sí las distancias, pues mis representados apenas pasan el centenar, mientras que Santi servía a toda la población local de Peligros desde su vocación política.
Aquel aciago domingo, los sentimientos que encontré a lo largo del pueblo eran los lógicos del momento: dolor profundo, incredulidad por lo inesperado, rabia ante la impotencia de la situación. En mi caso, me encontré además con una amarga sensación de enfado por no haber sabido aprovechar mejor las ocasiones de conocer a Santi, a pesar de que en ocasiones coincidíamos en sesiones de trabajo por los intereses en común entre la comunidad que yo represento y el propio Ayuntamiento. Soy de esos que pasan en muy poco tiempo del terreno profesional al personal, pues nada hay más banal que “nuestros asuntos” al mismo tiempo que nada vale más que las personas; pienso que conocer a la gente es una poderosa arma para eliminar los estúpidos prejuicios que siempre arrastramos y nos permite ganar en humildad.
Recordé entonces complacido los ocasionales momentos en los que pude contemplar su faceta humana, como cuando me encontré con él y su esposa a la salida del gimnasio, donde solían compartir juntos ese tiempo de calidad que tanto bien hace a la pareja. O como aquella conversación con él en su despacho en la que me habló orgulloso de sus hijos, explicándome con detalle sus respectivas orientaciones en el terreno universitario y las expectativas profesionales que tanta ilusión generan en un padre. O aquel proyecto de futuro, posiblemente a corto plazo, construyendo una pequeña vivienda en la que poder disfrutar los años venideros, más dedicados al descanso y a compartir el tiempo con su gente querida.
En el ámbito profesional, poco puedo añadir a lo que se ha comentado estos días. Me tocó negociar con él en varias ocasiones y lógicamente él tuvo que defender los intereses del Ayuntamiento, que en ocasiones reñían con los de “mi“ comunidad de propietarios. Me arrepiento de alguna de mis quejas en esos momentos en los que tenemos actitudes de niño pequeño, cuando las cosas no nos salen bien y acudimos al cómodo recurso de la crítica; con justicia debo manifestar que si en algún momento pudimos tener algún punto de tensión, el talante personal y la predisposición al diálogo constructivo han sido el habitual distintivo de la gestión de Santi y de todo el consistorio.
Al margen de las convicciones políticas personales, creo que todos los peligreños han sabido valorar que el partido al que pertenece Santi (en presente), ha dado toda una lección sobre la forma de gestionar un municipio, algo que es necesario reconocer en estos tiempos tan convulsos. Solo se construye política cuando la verdadera vocación y el esfuerzo personal se orientan en una misma acción de servicio, y conste que eso no quita mi distinta forma de pensar en algunos de los postulados de este partido. No olvidemos también el desgaste personal que supone el dedicarse honestamente a servir a una población, mucho más acentuado en la política local, en la que el contacto con los vecinos es tan directo y absorbente.
Y si queda alguna duda, hoy mismo puedo dar el siguiente testimonio: acudí hace poco al ayuntamiento para agendar una cita con el alcalde, pero sus dependencias estaban vacías porque estaban celebrando un pleno. La puerta del salón estaba abierta, y aunque no llegué a entrar, pude escuchar que alguien pedía con energía que se pusieran propuestas encima de la mesa. Ahí estaba Roberto, el alcalde, que ejerciendo una infatigable muestra de liderazgo y venciendo el profundo dolor de haber perdido a su mano derecha, pedía a los allí presentes que se pusieran manos a la obra, que arrimaran el hombro… casi ná…
Algunos artículos podrán encontrar en mi blog que no se muerden la lengua al denunciar distintos asuntos de la política nacional, pero aquí estamos hablando de pueblo, de vecindario, de pequeñas comunidades donde todos nos conocemos. Mal hacemos si nos aferramos a las dañinas habladurías a las que estamos tan habituados, esas malas lenguas que enmudecen de repente en días como los que hemos vivido. Seamos exigentes con nuestros políticos, es nuestro deber, pero aportemos, no tiremos piedras a ciegas. Nos quejamos mucho pero somos esquivos a la hora de ofrecer propuestas y alternativas. Queremos servicio pero rehusamos nuestro tiempo para apoyar aquello que supuestamente defendemos.
Que la pérdida de Santiago sirva al menos de reflexión, y nos haga más tolerantes al mismo tiempo que más participativos. Sirva también este escrito para trasmitir mi pésame a la esposa e hijos de Santi, así como a Roberto, al resto de compañeros de partido, y demás familiares y amigos. Y no olvidemos, por cierto, que el reencuentro está garantizado… descanse en Paz.
Manolo Barragán.
Es de caballeros en reconocer el trabajo de los demás, sean o no parte de nuestra tolda política o confesión religiosa o simplemente, la competencia.
ResponderEliminarSe agradecen tus palabras.
En este caso hay mucha afinidad por la forma de hacer las cosas, aunque discrepo en varios puntos de su postulado político. Por lo demás, siempre una pena perder un vecino tan joven y de esta manera. Gracias Ali por pasar por aquí!!
EliminarManolo que lindo homenaje a un hombre que por su trabajo y el tuyo, tendrían los mismos objetivos, el bien de su comunidad, que triste noticia, cuando la muerte es así, inesperada, en una persona tan joven, que por lo que contas dejo una familia y muchos sueños sin cumplir. Espero que Dios le de consuelo y mucha fuerza a su familia, para seguir.
ResponderEliminarTus palabras hacia el, hablan bien de vos, poder dejar de lado las diferencias políticas y valorar lo que uno es como persona, con defectos y virtudes..... y como bien decis "no olvidemos que el reecuentro esta garantizado".
Te mando un fuerte abrazo y te acompaño en el sentimiento!!
Así es Gra, son las duras circunstancias que a veces prepara la vida, pero sí, siempre me aferro a la esperanza del reencuentro, no lo pongo en duda... Gracias y fuerte abrazo!
EliminarNo te conocia gracias por pasar. tu blog
ResponderEliminarun canto a la vida
Bueno, se hace lo que se puede, pero agradezco tus palabras. Saludos!
Eliminar
ResponderEliminarUn epitafio a la altura de la persona. lleno de sentimiento y de momentos compartidos.
Se va la gente de bien, mientras la corruptela sigue campando a sus anchas.
Es en estos quehaceres pequeños, y en las cosas del día a día acompañada de gente de bien que se logran grandes cosas para la gente común.
Descanse en paz.
Un abrazo grande, Manolo.
Gracias Eva, ya sabes el alto precio que estamos pagando por la clase política; por eso hay que apoyar a quienes lo hacen bien, aunque no encajen completamente en nuestro perfil (algo difícil también...); y siempre pienso que debemos exigir, pero también apoyar y acompañar a quienes quieren intentarlo honestamente (no es fácil tampoco la vida del político y en muchos casos está mal remunerada), en fin, dice el dicho que tenemos lo que nos merecemos, y algo de verdad hay en ello. Fuerte abrazo!!
Eliminar